Puede que Eduardo García Delgado

A mis alumnos en el Instituto homónimo de La Habana

De pie hacia mi
hecho de asombro    eterno
de carne y hueso como lo imagino
el bozo firme    el rostro
amaneciendo    sobre su corazón
la boina verde olivo.

Es Eduardo    sin dudas    es Eduardo
pero hace tanto ya
que tal vez no es Eduardo.

Cómo    entonces    la fuga
Su amor al infinito.

Romance del mar

Anda la brisa perdida
buscando tus carnes blancas.
¿Dónde estará –se pregunta-
la que perfumó mis aguas?
Dice que se torna gris
aquel pedazo de playa
cuando cabalgan azules
las incasables tempranas
interrogando la arena,
por donde quedó cifrada
el ansia de nuestros cuerpos
en una huella robada.
Que se acabó la alegría
con tu última mirada.
Que el eco voló más lejos
repitiendo tus palabras.
Un himno de caracolas
semeja el canto de lágrimas.
Sólo las perlas no quieren
que tu vuelvas a la playa.

-Brisa regresa a lo triste,
ponte caricia en las alas,
róbale el azul al cielo
y tíñele al mar las faldas,
haz un coro de rubíes
de corales y esmeraldas
y espérala, que muy pronto
llegará con la mañana.

Al Partir

A mis alumnos africanos.

“claro no somos una pompa fúnebre
usamos el derecho a la alegría.”
Mario Benedetti

Sobre el pulso del mar me hace pequeño
esta neblina de partir
ahora tengo que rumiar dos o tres siglos
y desgastarme de dolor
          -mis tantos bisabuelos
con todo el sol del trópico al pellejo
atados por el cuello y la tristeza
murieron del adiós
                   hasta la muerte
             de toda sombra humana-

claro que somos los de entonces
sólo
que vamos recobrando la alegría.

Don Amargado

Allá va Don amargado
y en su silencio se esconde,
pues no quiere irse de donde
tanto trabajo ha pasado.
Le espera el iluminado
mundo cooperativista,
y ante la nueva conquista
del campo desarrollado,
vuelve su espalda Amargado,
se calla y baja la vista.

Va camino del batey
que es de su vida verdugo.
Carga en los hombros el yugo
que le corresponde al buey.
Lleva en su frente la ley
equívoca del pasado,
y cubre al viejo Amargado
en su soledad fatal,
la razón del animal
y el atraso del arado.

En la finca colindante
crecía digna y altiva,
la alegre cooperativa
con su estatura gigante.
Contempló por un instante
con una mirada terca,
que ya no estaba la puerca
amarrada en el batey
y terneros, vaca y buey
habían brincado la cerca.

Sólo el gallo del guajiro
quiso aliviarle el delirio,
pero un profundo martirio
desató tras un suspiro.
El gallo con débil giro
cantó su “quiquiriquí”,
y sin vacilar, allí
Amargado lo mató,
porque en su canto creyó
oír, -“Vámonos de aquí”.

Un vecino que llegó
al punto de esta lujuria,
con la voz llena de furia
al campesino increpó:
“Mátame a mi –le gritó-
guajiro individualista,
y si tu línea egoísta
te empeñas en mantener,
también mata a tu mujer
que ya es cooperativista”.

La razón y la verdad
nunca son contemplativas,
y nuestras cooperativas
descubren la realidad.
Se alivio la terquedad
en el rostro de amargado
y se le vio iluminado
por una expresión furtiva.
Miró la cooperativa
diciendo: -“Seré afiliado”.

Luis Carlos Coto Mederos
Mención en el concurso “Dímelo cantando” del semanario Palante.

Canto de ustedes…

A mis alumnos…

Canto de ustedes como de mí mismo
porque entre ustedes vuelvo a mi persona.
Ignoro si la flor que me traiciona
es saudade en la piel o giornalismo.

Canto la sed primera, el buen abismo,
los ojos navegando la ternura,
su pradera de sueños, mi cordura.
¿Será un gesto sutil del egoísmo?

Canto de ustedes al decir mi nombre
que no es el mío ya, sino, el de tanto
amor en el silencio amanecido.

Canto de ustedes como canto al hombre,
limpio de oscura voz, sin otro canto
que el fuego entre las sombras del olvido.

Aperos de labranza

La tiza

Lengua de blancas palabras
-¡cómo cumples mis antojos!-
No hay imagen de mis ojos
Que entiendas tú cuando labras.
Ven, no te aflijas, no abras
rumbo sin mi itinerario,
que para escribir mi diario
me quedaré en ti, memoria.
Fino regazo de gloria
fugaz del vocabulario.

El borrador

Manso tragón de lenguaje,
te pierdes dentro del aula
como un gorrión en la jaula
feliz de nuestro paisaje.
Vives manchándote el traje
con polvo de mis errores,
de mis aciertos, las flores
que siembro en el pizarrón.
Siempre, tímido bribón,
pendiente de mis labores.

El pizarrón

Cantero abierto en la escuela
para sembrar mi consejo,
valga tu suerte de espejo
por detener lo que vuela.
Desvelado centinela
de cotidiana ternura.
¿Qué filo hay en tu bravura
desafiando la ignorancia?
¿Qué rosa, con qué fragancia,
nace en tu verde llanura?

Tema para un pez peleador

Los que gustan de ti bien poco saben
del retórico andar entre raíces,
del olfatear el polvo de las conchas,
del aletear sin fin los sueños tristes.

Los que gustan de ti nada imaginan
de la espiral de muerte en que perdiste
la más perfecta de tus alegrías,
la más firme de tus pasiones firmes.

Los que gustan de ti sólo desean
la acuarela de tu piel fantástica,
sin padecer tu andar de inerme acero.
El agua no les deja ver tus lágrimas.