Los que gustan de ti bien poco saben del retórico andar entre raíces, del olfatear el polvo de las conchas, del aletear sin fin los sueños tristes. Los que gustan de ti nada imaginan de la espiral de muerte en que perdiste la más perfecta de tus alegrías, la más firme de tus pasiones firmes. Los que gustan de ti sólo desean la acuarela de tu piel fantástica, sin padecer tu andar de inerme acero. El agua no les deja ver tus lágrimas.