Ronda de la Infancia

“Anda serio ese hombre anda por dentro.” R. Alberti

Y sin saberlo yo
sin esperarlo
zarpé desde la infancia
al mediodía
entrando en la costumbre del recuerdo.

Con esta edad perdí la adolescencia
el fino cascabel de sus mañanas
los juegos  fabulosos
la costumbre
de ser un reyecillo sin fronteras.
Allí aprendí a soñar.
Yo se que vuelvo
si intento caminar con mis poemas.

Sin más razón que el sueño a flor de labios
envuelto en su manera de querernos
vino a decir un día que su hijo
el más pequeño de los dos
era poeta.
         -Yo era un saltamontes sin remedio.
Así mi padre lo contó a mi hermano
y mi hermano a su vez a toda hora.
Por ellos ando yo verdicampeando
entre las hojas de papel
con el idioma.
-Ellos me regalaron la ternura.


Madre, vísteme a la usanza. R. Alberti.

De prisa    madre    vísteme de orgullo
la pañoleta al cuello azul y blanca
como la risa de los niños    como
el cielo y la pureza de la patria.
Tú nunca has olvidado que la escuela
está al salir el sol cada mañana
y yo me creo estar amaneciendo.
De prisa    madre    vísteme a la usanza.

Ahora abuela pregunta cómo y cuándo.
Ahora abuelo dispone quién y cómo.
Así pasan el tiempo qué felices.
Y yo pesando todo el equilibrio.

Su inmenso estar acomodado en la franqueza
del sillón suficiente.
Su estar pacífico a la sombra digna de la amistad.
El hogar generoso    el nuestro    el suyo
el de antes.
El vuelo de su risa traviesa como el susto de una codorniz.
Entonces yo era todo    era más    era un niño
retozando en las fábulas silvestres del verano
cuando el inmenso azul dibujaba en las tardes
el sol de la inocencia detenido en el tiempo.
Sol que ha poco calienta con humildad aquellos
nidales escondidos a la orilla de junio.
Hallazgo de los santos duendes de la memoria
que tejen con sus manos la eternidad del sueño.

Ay   abuelo   Pascual…
¿Adónde has ido?

Lo verde    lo amarillo    lo púrpura    lo verde
lo amarillo    lo azul    lo blanco    lo amarillo
lo azul    lo blanco    lo púrpura    lo verde
lo púrpura    lo verde    lo lila    lo amarillo.

Guirnaldas del patio
moradas y místicas.
Campanilla alegre
que endulza los aires
soleados de otoño.
Tejiendo azahares
aprendí contigo
a dibujar versos
a creer en Dios
a amar en noviembre.
Guirnaldas del cielo.
Música del patio.
Locuras de otoño.

Romerillo de monte
romerillo
¿Adónde va el invierno
de amarillo?
Amarillo de monte
amarillo
que va tras el invierno
romerillo.
Pobre invierno de monte
romerillo
que va    ¿Quién sabe adónde?
de amarillo.

Los robles de mi calle no han dormido
estando en primavera nunca duermen
cae el amor desde su sombra ancha
sobre lo verde.
Cae el amor como si fuera canto
las piedras de mi calle no lo entienden
allá van flores a inundarlo todo
flores que temen.
Los robles de mi calle en primavera
no dejan de llover sobre lo verde.
Robles que son el canto de mi calle
mientras las piedras duermen.

Un ánfora    un mantel    un sueño    un niño.
Una gota de agua a ras del llanto.
Un niño    un ánfora    un mantel    un sueño.
Una gota de llanto.

¿A qué disimular mi levedad? ¿Acaso
oh buen Charlot el rito del silencio
en la inocente sucesión de días y asombros
el gesto de la mano que asegura
el nudo de la angustia en la garganta
el digno acontecer de la pobreza
que remienda la dicha
los zapatos de andar disparatando la ternura
saludar con un guiño del sombrero más gentil
sonreír a hurtadillas
buscar una quimera entre la nieve
de la soledad
no parecieran evidencias al fin
de alguien que alienta también en la penumbra
de inevitables candilejas?
Ah mi buen vagabundo
¿Quién sino otro chicuelo
sería como tú?

Un frágil capitán tenía un ejército
de torres medievales    y    caballos
recios de pura sangre    capellanes
solemnes    infantes aguerridos
una dama a quien confiar le entereza
del reino asediado    y    un rey.
Las palabras del ángel le trajeron
cierto énfasis heráldico a los ojos
del sublime rapaz    mientras    un gesto
del inocente azar iba tejiendo
aún los puntos vulnerables de su dicha.
A poco el tiempo    mariposa sutil de la demencia
que no sabe de ejércitos    ni damas    ni reinos asediados
ni rey    cambió las estaciones de la luz
por la penumbra de la memoria    y    la penumbra
de la memoria a poco en soledad.
Torres abandonas de su encanto    capellanes
sin séquito    caballos como estatuas de barro
mendigos de a pie vio.    Perdido todo
cual trama de imposible laberinto.
Ordenó terco otra batalla donde
el ángel de la infancia    prisionero
esperaría una suerte de rescate    sólo
que ya era tarde entre las filas del ejército.
El rey de su niñez agonizaba.

Ya se confabulan las cartas en tus manos
y la luz
se ahogan nuestros ojos de humedad
es la mentira
que no hemos de creer aquí en el fondo.
Todo va a terminar    desnudo todo
de pronto la traición nos cruza el rostro
quedamos levitando
dónde apoyaremos los principios
apenas queda fe
cuánto se ha ido.
Después sonríes tú    y    es ya   el reposo
Regresan nuestros ojos a la cara.

Justo Pelota y su jolongo
desdentado y mordaz
lento y panzudo.
Justo Pelota y su silencio
su pardo horror
sombra y espanto.
Justo Pelota y su leyenda
su ensimismado ser.
Justo Pelota.

Por la luna de enero
van tres gigantes
con cien camellos.
Luna de medianoche
desnuda y fría
como el invierno.
Por la luna de enero
como tres sombras
con cien silencios.
Gracia de reyes magos
todos alforjas
llenas de sueños.
Por la luna de enero
pasan los años
y yo con ellos.

De rojo chino y blanco fue la dicha
el justo despertar a las epifanías.
            Fiesta de la inocencia.
                   Juego.
                          Magia
de ser una vez Dios en los predios del tiempo.
Un camión concretera    azoro asombro
brillando entre mil y una polymitas.

Amiga de la infancia    oculta mía
aquella tarde abril que nos amamos
sin saber del amor sigue poniendo
estrellas donde habita la ternura.
Tu nombre se perdió en no sé qué olvido
un paso leve hacia la muerte acaso
pero aún están las calles de mi pueblo
viajando eternas a la primavera.

Mi pueblo espera el tren horas tras días
no sueña con viajar    sino    que espera
la lumbre del pitazo en los rieles
vertebrales que adelgazan su figura
para decirle adiós
adiós tan solo
como un demente
o un amigo
viejo.

Canciones de mi flauta de domingo
tu soplo de marfil me congelaba
en la quietud sin fin del mediodía.
Qué soledad metálica de invierno.
Qué ronda del adiós
hecho tristumbre.

Qué suene
ya la conga
que se va.
Pa’ que salga la gente
que se va.
Pa’ que la gente grite
que se va.
Pa’ que baile la gente
que se va.
Se va el año viejo
se va.
Se va arrollando ebrios
se va.
Por las calles del pueblo
se va.
A padecer recuerdos
se va.
A media noche en punto
que se va.
Enciende la candela
que se va.

Porque alguien dijo hoy que ya no vuelvo
que siempre andar el tiempo fue la vida
no me resisto más
me miro
y siento
que bien pudiera amar la despedida.

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