Papeles de Jorge Báez González
“… ¿Hacia dónde ira Báez con su papelería? Será cosa de observarlo.”
Elle Nussa. Revista Bohemia. Año 75. No 13. 1ro de abril de 1983.
Treinta y cuatro años después, frente a la plenitud de su obra, el artista de la plástica Jorge Báez González, había de recordar aquella mañana remota de domingo en que llegó a su pueblo natal la edición correspondiente de la revista Bohemia donde se hablaba de su exposición “Papeles”, inaugurada en la Galería del Taller de Cerámica de Parque Lenin, aquel año de 1983.
El prestigioso periodista y crítico de arte Ele Nussa dejó una pregunta colgando al final de su reseña y una alerta a no perder de vista aquel modo sui generis de hacer arte y luchar contra la violencia al mismo tiempo.
Pareciera que nos corresponde ahora a nosotros, los que hemos acompañado durante estos años al artista y amigo saludeño, dar esa respuesta. Ciertamente no es preciso, ya la vida se encargo de premiarlo múltiples veces. Su obra existe y perdurará. Su obra alienta y resplandece.
De todos modos quiero decir que Báez es un artista de la plástica que pinta, dibuja, crea monotipias e Ilustra casi siempre desde el abstraccionismo. Es un artista abstracto, mucho más cuando trabaja con sus papeles. Este es su mundo verdadero y definitivo.
Báez trabaja con la misma intensidad con que juegan los niños. Absorto y desprejuiciado va a lo suyo sin que nada pueda impedirlo.
Al decir de su mejor crítico, -nuestro hermano Jorge Ignacio Domínguez-, Báez es un enamorado ferviente de las imágenes que sueña. Su obra es “la fecundidad de la abstracción poseída”.
Todo es como un rompecabezas inmenso y cada trozo de papel rasgado debe encajar en forma, color y textura en el lugar adecuado. El artista se deja sorprender con cada pieza y a la vez nos sorprende con el resultado. Si el azar no le provee lo exacto entonces lo construye al propósito. En ocasiones no será papel sino nylon o tela, no será blanco sino negro. Puede que tal forma no convenga y haya que rasgar nuevamente a su antojo.
Yo lo veo como un músico que pone notas y acordes en un pentagrama vacío, después se queda observándolo y comienza a quitar unas y a poner otras, a ligar acordes, a enfatizar sonidos. Todo para que suene como ya lo ha escuchado antes en su absoluta intimidad. Una especie de sinfonía de sus sueños.
Tal vez sea el arduo rompecabezas de su vida.
Ojalá que nunca lo de por terminado.
Luis Carlos Coto Mederos
La Habana, julio de 2017.
Fotos: Melba Diaz