Palabras en el libro de Luis Carlos Coto Gutiérrez (Karlo Coto)

Prólogo

El arte será siempre un misterio o dejará de ser arte. Sus múltiples manifestaciones son como ramas fuertes de un tronco robusto, -La Poesía-, así con mayúscula, como nos dijera nuestro entrañable Eliseo Diego. También nos dijo el poeta, que toda obra estaría completa únicamente después de ser creada y recreada en esa relación íntima que surge entre el emisor y el destinatario.

Hoy tenemos en las manos el libro de un artista joven, Luis Carlos Coto Gutiérrez, (Karlo Coto), nacido en este terruño el 5 de enero de 1986. Desde hace muchos años vive en La Habana, pero no ha cortado, ni cortará, el cordón umbilical que lo ata a La Salud.

“Dibujo y Memoria” viene a enriquecer esa biblioteca insólita y única que nos enorgullece. Que deja a buen resguardo el testimonio del hacer de nuestros artistas.

Como toda muestra pictórica es ésta una invitación a descubrir en nosotros y para nosotros lo que propone el artista. Una oportunidad para compartir ese misterio que nace entre el creador y el espectador.

Como el arte abstracto no se explica por sí mismo de manera inmediata es preciso afinar previamente nuestros sensores naturales para poder percibir la atmósfera que respiraremos conjuntamente con el artista. Se trata de sentir, no de entender. Se trata de vivir la Poesía que alienta desde la obra. -Poesía escrita con colores, con rasgos, con manchas, con gestos del pincel. Todo dispuesto de forma tal que armonice esa particular estética que nos transmite cierto estado de ánimo vital.

La primera exposición de Karlo Coto, entonces “Luisito”, se presentó en la galería Américo Cruz de nuestro pueblo en febrero del 2008 bajo el título de “Imágenes y Sueños”. Aquellas, sus primeras obras, eran figurativas, dibujos de las cosas materiales que le rodeaban entonces. Todas logradas con muy buen gusto y buen trazo. Sólo algunos grabados realizados a la vera del maestro Orlando Lam, también saludeño, allá en su cátedra del colegio de San Alejandro, eran abstractos. Quizás ese fue el inicio de la etapa abstracta de nuestro joven pintor. Etapa que lo ha acompañado durante estos años de trabajo intenso.

Quizás sea este libro el capítulo final de esa etapa porque el mismo pintor nos ha manifestado su deseo de incursionar en el hiper realismo.

Bienvenida sea entonces la Poesía, que cual sabia bendita sube por el tronco firme del arte y alimenta por igual las múltiples ramas de las diferentes manifestaciones.

Luis Carlos Coto Mederos

Víbora Park, abril 2021.

Contratapa

El arte transita por disímiles caminos, cada uno tiene su fin y su propósito, pero todo aspiran al servicio y la excelencia.

Luis Carlos Coto Gutiérrez (La Salud, 5 de enero de 1986) es un artista plástico autodidacta. Pudiera decirse que es esencialmente un dibujante que sabe dar color y dotar de ritmo y equilibrio mágicos sus obras.

Con apenas 7 años ganó el premio nacional de pintura en el concurso que organizaba anualmente la Enseñanza Primaria Especial. La sede fue su escuela Lina Odena en Miramar. Desde entonces pintar ha sido la prioridad de su existencia.

Se ha nutrido de la labor de pintores reconocidos con quienes ha hecho cursos de manera independiente. En dos ocasiones ha prestado sus servicios en el Colegio San Alejandro. De igual manera acepta como muy buena la influencia en su obra de pintores como Pablo Picasso, sobre todo de su etapa cubista, pero sin ser tan evidente en las geometrías. Ha participado en varias exposiciones personales y colectivas dentro en la isla.

Bienvenido Karlo Coto a la Biblioteca Municipal Saludeña.

Luis Carlos Coto Mederos

Víbora Park, abril 2020

Riquezas

A mi hermano Pedro José

Al menos yo era tan rico que compartía con mis padres el cuarto de dormir. El cuarto grande de la casa como le decíamos entonces.

Había otro, sí, el cuarto chiquito, donde mi hermano aletargaba su ocio las mañanas de domingo. Éste permanecía vacío entre semana desde que su festivo huésped estudiaba en una escuela militar capitalina.

Los domingos no. Los domingos era el día que amanecía en casa…

Yo tenía el hábito de levantarme tempranito, cambiarme de cuarto y sigilosamente dormir un par de horas junto a él.  -Ñoñerías de hermano…

Hoy, me he levantado muy temprano sin saber qué hacer y me he puesto  a escribir estas dichas pasadas.

No sé por qué precisamente hoy…

¿Será porque es domingo?

Luis Carlos Coto Mederos

Víbora Park, 08.08.2021

El sátiro inocente

A la memoria de Zacarías Martínez

-Niño, te compro la chiva…

Entonces me asaltaba la rabia. ¿Cómo hacerle comprender al imprudente que el velocípedo mío: deseo, sueño, milagro de aquellos días de enero, no podía ser un animalejo, sino, una firme razón para estar en este mundo?

-Niño, te compro la yegua…

Un homicida nacía cada vez. Nadie podía insultar así mi velocípedo: imagen de la gracia de Dios mediante una epifanía poseída.

-Niño, te compro la mula…

¡Qué maldición la de aquel sátiro intenso a quien deseaba todas las penas habidas!

Quizás le hice mal de ojos o fue el azar quien le arrebató el aliento en el mismo sillón del portal desde donde me lanzaba sus propuestas…

Ha pasado el tiempo… He vuelto al sitio del recuerdo y no he visto si no un vacío, un silencio, una oquedad en la orfandad de mi pecho y por vez primera su sonrisa, la sonrisa en el anciano rostro del noble Zacarías.

Luis Carlos Coto Mederos

Víbora Park, julio del 2021

Salutación

A Jorge Ignacio Domínguez, 
al ver las fotos con su esposa e hija.

El sano orgullo que me gusta tanto
por las muchachas que también admiro
hirvió en la leche de tu hogar guajiro
al calor de una virgen y de un santo.

La sagrada familia tiene encanto
y está en tus ojos y está en tu sonrisa:
Una ilusión más fresca que la brisa
del mar azul que te enaltece. ¡Cuánto

tiene de cielo el pan de cada día!
Dos varones también son la alegría
del noble hogar donde esta llama arde.

Esa sonrisa es tu deber, hermano,
y ese orgullo labrado por tu mano
tiene de celestial. ¡Qué Dios los guarde!

Luis Carlos Coto Mederos
Víbora Park, septiembre 2020.

 

Palabras en el Libro de Jorge Báez González

Prólogo

Hace algo más de cien años, el artista ruso Vasili Kandinsky ofreció en unas acuarelas las pautas de la modernidad para el arte abstracto, desde entonces las artes y los artistas fueron un poco más libres.
Al renunciar definitivamente a lo figurativo y poner el énfasis en los colores, las líneas, las rasgaduras y las manchas se abre para la creación un infinito de posibilidades que antes permanecían como maniatadas. El abstraccionismo es pues el arte donde el color significa por sí mismo, el tipo de material sobre el que se pinta y las texturas logradas pesan como valor en la obra y el ritmo de la composición y la libertad compositiva son esenciales.
Jorge Báez Gonzales es un pintor abstracto. Revisando su vasta producción artística nos percatamos que es un buen representante del abstraccionismo lírico. Ha transitado, claro, diversos caminos  para llegar a esa definición donde echó raíces y encontró su plena madurez.
Báez no pinta figuras conocidas, sino, emociones. No nos cuenta una historia; nos confiesa un sentimiento. Ese es el presupuesto de su obra:     alegrías, tristezas, miedos, esperanzas; dibujadas, pintadas, construidas sobre el lienzo o el papel de modo que lleguen transparentes y fluidas a su destino como el agua que nace de las entrañas de la tierra y va sorteando los avatares de su cauce, hasta llegar al mar.
Este libro es una pequeña muestra de la obra de Jorge Báez Gonzales, o mejor,  una pequeña muestra de su vida misma, porque de eso se trata. Báez es un artista entregado en cuerpo y alma al servicio de un mundo menos rígido, más acogedor y humano que él ya ha visto con anterioridad en sus sueños.

Luis Carlos Coto Mederos
Víbora Park, septiembre 2020.

Contratapa

Báez trabaja con la misma intensidad con que juegan los niños. Absorto y desprejuiciado va a lo suyo sin que algo pueda impedirlo.Al decir de su mejor crítico, -nuestro hermano Jorge Ignacio Domínguez-, “Báez es un enamorado ferviente de las imágenes que sueña. Su obra es la fecundidad de la abstracción poseída”.Yo lo veo como un músico que pone acordes en un pentagrama vacío, después se queda observándolo y comienza a quitar unas y a poner otras, a ligar acordes, a enfatizar sonidos. Todo para que suene como ya lo ha escuchado antes en su absoluta intimidad. Una especie de sinfonía de sus sueños.
Luis Carlos Coto Mederos
De las palabras en la Inauguración de la Exposición Papeles de La Habana.Taller Experimental de Papel Artesanal de la Oficina del Historiador de la Ciudad.

Palabras para la contraportada del libro de Judit.

 Contraportada

 

  

  

  

 

 Desde que el gran poeta modernista Rubén Darío recopiló en un libro titulado Los Raros, una serie de semblanzas de autores admirados por él, sabemos un poquito más sobre ciertas almas que nos salen de repente al encuentro en la cotidianeidad.
Esas personas guardan en sí, -y para sí en un primer momento-, el germen de la genialidad creativa. Sucede siempre que al fin el talento los desborda y terminan revelando ante la sociedad su bien guardado secreto: una irresistible vocación artística.
Hoy tengo ante mí una serie deliciosa de obras realizadas con la técnica del kirigami y otra serie deslumbrante de dibujos a plumilla. Todas pertenecen a la artista Judit Báez González.
Tengo la dicha de conocer a Judit desde que era muy pequeñita. La he visto crecer y convertirse en una preciosa muchacha.
Claro que correteaba por el patio de mi casa junto a su hermana menor y mi niña. Claro que reía y alborotaba como las demás, mientras en vespertinas tertulias compartíamos café y afectos su familia y la mía. Pero era evidente, Judit nos hacía saber, siempre, que guardaba un secreto. Hoy diríamos mejor: un tesoro.
Martí nos advierte en LA Edad de Oro que “… en las almas de las niñas sucede algo parecido a lo que ven los colibríes cuando andan curioseando por entre las flores.”
Hoy podemos exhibir con mucho orgullo en este libro, gracias al hermano Ignacio Cabera, una pequeña muestra de su vasta producción. Sirva pues para celebrar el talento de tan bella jovencita y para darle una bienvenida muy saludeña al caudaloso universo de sus sueños.

Luis Carlos Coto Mederos
Monterrey, 15 de enero del 2020

Salutación a la Noche Buena en la Casa de Don Dagoberto Moreno y familia

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles; …
Salmo 126

Ahora que saben cuánto admiro este país hermoso quiero decirles que no me he apartado ni un milímetro de esa Isla caribeña, noble y también hermosa que todos conocemos por Cuba.

Cuba es un país de poetas, serlo allí es una tarea muy ardua. Por eso quizás debemos admirar más a quienes han tocado esas cimas tejiendo sueños con los finísimos hilos que nos legó Cervantes.

Para mi gusto, ese honor tiene nombre: Dulce María Loynaz.

Como esta noche es Noche Buena y como quiera que sea, me ha sorprendido lejos de mi casa, no he podido evitar el insistente martilleo de ciertos versos de tan prestigiosa escritora:

Y es que el hombre, aunque no lo sepa,
unido está a su casa poco menos
que el molusco a su concha.
No se quiebra esta unión sin que algo muera
en la casa, en el hombre... O en los dos.

El que nació sin casa ha hecho que nosotras,
las buenas casas de la tierra,
tengamos nuestra noche de gloria en esa noche;
la noche suya es, pues, la noche nuestra:

La voz poética es la voz de una vieja casona que se lamenta de la ausencia de algunos de sus miembros. Desde los meses precedentes venía anunciando con cierta expectativa:

Pero por mucho que demoren,
para diciembre al fin regresarán,
porque la Nochebuena se pasa siempre en casa.

Diáspora de ilusiones maltrechas… pudiera concluirse entonces.

No. Claro que no, no sería justo ponerle ese broche final a mi visita porque cuando, -como en esta noche, amén de otras,- una casa ajena te abre generosamente sus puertas y la familia pone con entusiasmo un plato más en su mesa, -y te hace un lugar en el centro mismo de su sagrado corazón-, es porque estamos asistiendo a la víspera de una doble navidad: la Navidad del Niño Jesús que cada año deseamos sentir en nuestra vida, y la navidad de la amistad, el respeto y el amor entre personas, -que me brindan y les brindo…

No fue casual que pusiera exactamente al inicio esos verso del Salmo 126.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles; ...

Es que los percibí desde que por vez primera traspasé este umbral. Sentí las buenas vibras del Señor.

Puedo decir, sin temor a equivocarme, que me creo como en familia y en casa, como es menester para poder celebrar con júbilo la Noche Buena. La verdadera Noche de Paz.

Muchas gracias, familia.

¡Que viva el Niño Dios y que nos bendiga a todos!

Luis Carlos Coto Mederos
Monterrey, 24 de diciembre del 2019.

     

Patricio Lastra

Patricio Lastra es un personaje célebre de La Salud, mi pueblo. Quizás mis paisanos gusten llamarlo celebérrimo. Yo estaría de acuerdo.

Fue un repentista sin igual, un decimista único, un improvisador genial. Fue conocido en Cuba, todos lo sabemos, como “El Rey de los Pensamientos”.

Su fama de poeta guajiro está muy bien acompañada de un anecdotario satírico humorístico casi interminable.

Hace algunos años, mi amigo, el también poeta saludeño Fermín Carlos Díaz publicó un libro con parte de su poesía y de sus anécdotas. Magnífico y merecido homenaje a un artista popular nuestro.

Fue el creador y presidió por años el Bando Lila, según Fermín Carlos <<una verdadera institución con junta directiva de dieciocho miembros, un enorme listado de socios divididos en comité de apoyo y un notable sistema de promoción y propaganda muy personal.>>

Patricio falleció en su casa de Marianao cuando yo tenía apenas siete años. Recuerdo la consternación que nos causó la noticia de su muerte repentina. Recuerdo también cuando lo vi por vez primera. Quizás un año antes de aquel infausto día.

Estábamos mi padre y yo frente a lo que era entonces el policlínico del pueblo, la casa que habían dejado los Rouco cuando se marcharon a vivir a otros lares: el estado la había convertido en una especie de Casa de Socorro.

Un viejecito amable y sonriente se nos acercó saludando efusivamente a mi papá. Era Patricio.

Tras el intercambio de saludos mi padre le dijo señalándome a mí: -Patricio, este niño quiere ser poeta…

Puedo asegurar que nunca había manifestado tales deseos y sobre todo que no tenía -y no tengo- idea de qué era eso de ser poeta. Fue la manera que encontró pipo para darle un pie al genio improvisador.

En consecuencia, el juglar comenzó a dispararme a quemarropa, una tras otra, muchas décimas. Sólo recuerdo que todas terminaban diciendo: – “¡Y te enseñaré a poeta!”

Las personas que esperaban, como nosotros, por los servicios médicos fueron agrupándose a nuestro alrededor y disfrutaban mucho de aquella disertación coherente y rimada que hacía las delicias de cualquiera.

Con los últimos versos de una décima se despidió del corro y nos dedicó una pícara sonrisa al tiempo que decía adiós con su mano. Todos quedamos allí sonriendo, y aplaudiendo, en medio de la calle. Ese era Patricio.

Cuentan que durante una controversia cierto contrario lo amenazaba con tumbarle (metafóricamente) el bohío, aludiendo al programa radial llamado “Una hora en mi bohío”, liderado por Patricio. El bardo saludeño le ripostó enérgicamente:

Son muchos los que han querido
desbaratar mi bohío
pero hasta aquí amigo mío,
ninguno lo ha conseguido,
porque él está construido
con material de lealtad,
tablas de sinceridad,
cuje y guano de civismo,
clavos de compañerismo
y cimientos de amistad.

Patricio nació en la finca Ramírez, situada en la carretera que va desde La Salud a San Antonio de los Baños.

Si vas a mi casa un día
encontrarás en la entrada
una palma jorobada 
y una mata de baría.

Así identificaba el poeta la entrada a su finca. Creo que todavía están la palma jorobada y la mata de baría como diciéndonos: —“Aquí nació un hijo célebre de este pueblo”.

Hace algunos días, hablando con mi hermano Pedro José, me recordó y me hizo anotar esta glosa que leí siendo niño en uno de los pocos libros que escribió el popular repentista.

La historia de mis amores

Entré en un jardín sin flores
cabizbajo y pensativo.
Cojo la pluma y escribo
la historia de mis amores.

Una vez sin experiencia
yo celebré una porfía
sin saber que me cubría
el velo de la inocencia.
A una joven con prudencia
le declaré mis amores
y me amó, pero señores,
oirán mis lamentos luego
que por mis pasiones ciego
entre en un jardín sin flores.

Todo el mundo me decía
que mi dama idolatrada
se encontraba deshonrada
pero yo no lo creía.
La adoraba, la quería
con un cariño excesivo
y como joven altivo
al ver que de ella se hablaba
amándola me encontraba
cabizbajo y pensativo.

Me quise desengañar
si el público comentaba
o si con fijeza hablaba
para mi burla evitar.
Me dije voy a olvidar
la crítica que recibo
y a continuación describo
ante un juez llamado Antonio
la firma del matrimonio;
cojo la pluma y escribo.

En fin, cuando disfrutaba
de los placeres con ella
vi oscurecida la estrella
que entre dudas me alumbraba.
Luego a los seres juzgaba,
no como comentadores,
sino, como anunciadores
de un extenso padecer
que al final iba a tener
la historia de mis amores.

No quise que quedaran en el olvido estos chispazos de la memoria agradecida. Fue un honor haberle conocido.

Luis Carlos Coto Mederos
Marianao, 18.06.2019

Abuelo Pascual

Abuelo, abuelo Pascual, mi abuelo paterno, era de oficio carpintero.

También era poeta y, aunque nunca se dedicó a ello en cuerpo y alma, había recibido de Dios, al momento mismo de nacer -hay quien dice que en medio de la travesía de un barco-, ese don angelical y pertinaz del cielo.

El hecho es que abuelo era poeta y pasaba las rudas horas laborales del día improvisando décimas, -y sextillas que también las sabía hacer… Claro, sus temas eran inmediatos, lo que estaba a mano, lo que sucedía en derredor.

Pascual Coto Maderos se llamaba y casó con una joven nombrada Esmérida Hernández Coipel; -Angélica, como la conocimos todos. Tuvo con ella una familia larga de diez hijos e innumerables nietos.

Abuelo había nacido en mayo de 1897, quizás, en Mérida, México, y vivió la mayoría de sus sesenta y nueve años durante la primera mitad del siglo XX, en La Salud, La Habana, Cuba. Tiempos difíciles aquellos debido a las guerras y las crisis económicas. Se puede colegir entonces que no fue fácil su existencia. Tenía que trabajar duro para conseguir lo mínimo necesario, aunque siempre contó con el carácter fuerte y la energía fecunda de mi abuela.

Sin embargo, nunca perdió la alegría y la sonrisa, ni los deseos de versificar lo simpático, ingenioso y versificable de su acontecer pueblerino. Muchas de sus creaciones se perdieron y sólo algunas llegaron a nosotros a través de la memoria de sus hijos.

En lo personal tengo que decir que yo era un niño de apenas nueve años cuando lo vi fallecer. Fue mi primer encuentro con la muerte. Años después supe que su nombre, “Pascual “viene de la tradición judeo-cristiana y quiere decir “El que pasó”. Fue entonces que escribí aquellos dos únicos versos en Ronda de la infancia:

Ay abuelo Pascual…
¿adónde has ido?

Le sigue, en el mismo texto, una enumeración de elementos sensoriales de la naturaleza que tal vez intentan explicar el destino inasible de su partida. En fin, el misterio queda intacto.

Lo verde lo amarillo lo púrpura lo verde
lo amarillo lo azul lo blanco lo amarillo
lo azul lo blanco lo púrpura lo verde
lo púrpura lo verde lo lila lo amarillo.

Hoy me place publicar algo de lo poco que ha quedado de aquella vasta producción efímera. Tampoco nos dejó, él no quiso, fotografía alguna de su persona.

Tenemos, eso sí, su recuerdo y algo conmovedor que se nos mueve en el pecho.

Fábula poética I

-Caballo, dime: ¿por qué
estás tú tan resabioso?
-Un recuerdo misterioso
que para siempre tendré.
-Si es mejor andar a pie
que en tu lomo escarranchado.
-Si me lo tienes pelado,
nunca más pienso sanar,
me debes considerar,
no ser tan abandonado.

-Caballo dile a Nené
que te corte algún cogollo
porque tú eres un criollo
de los que salvó Noé.
Viejo estás y se te ve,
tienes las patas canosas,
pero te digo una cosa,
amarrado en el camino
pronto será tu destino
el pico de una tiñosa.

Pascual Coto Maderos

Fábula poética II

-Caballo, dime: ¿por qué
estás tú tan pensativo?
- ¿Quieres saber el motivo?
pregúntaselo a Nené.
Es que yo no sé por qué
aquí me encuentro amarrado.
Ya estoy medio derrengado
y hasta me tienen en lista
como si fuera un “porrista”
del gobierno de Machado.

Cuando era de Leprija
bastante que corcoveaba,
claro, porque me pinchaba
con la espuela la verija.
Y Mongo dándose lija
todo el lomo me peló.
Por eso creía yo 
que se me acercaba el fin.
Luego me tuvo Antolín
y Rogelio me curó.

-Más tarde me preguntó:
-Chico, ¿no has visto a Nené?
y le dije: -La otra vez
lo vi que en su casa entró.
- ¿Por mí no te pregunto?
-No, hablábamos de otra cosa.
-Qué vida tan angustiosa
voy pasando en el camino,
pronto va a ser mi destino
el pico de una tiñosa.

Ya no se acuerda Nené
cuando estaba de lechero,
me buscaba buen potrero
y nunca pasaba sed.
Por eso yo me inspire
a dedicarle esta “prosa”.
Con palabras cariñosas
quiero terminar mi sino,
no vaya a ser mi destino
el pico de una tiñosa.

Pascual Coto Maderos

Las fuentes de su apellido

“Las fuentes de su apellido”
Omar Mirabal

En Cuba hay días evidentes que gritan de qué lado de los solsticios y los equinoccios nos hemos despertado. Aun, cuando un slogan promocional turístico dice que “Cuba es un eterno verano”, los que vivimos atentos a las bellezas y bondades de nuestra patria podemos atisbar todos los cambios del clima en esta isla de desbordante poesía.

Aquella mañana del miércoles 3 de octubre del 2018 era declaradamente de otoño. Cuando el VW de mi hermano Pedro José entraba en la ciudad de Artemisa y una galería esplendida de héroes y mártires de la patria nos daba la bienvenida, la luz amarillenta y el animado airecillo anunciaban con nostalgia veraniega una lluvia imprevista.

Cumplíamos entonces con una invitación del amigo Ricardo Echevarría. (Permítanme decir aquí que Ricardito ama las artes y en especial la poesía con absoluta pureza. Un día dedicaré una página a su impronta. Nadie como él lo merece). Con los brazos abiertos y el acostumbrado superlativo de su voz y sus palabras nos recibió y nos acomodó en la hospitalidad de su casa.

Así, a su abrigo, y con toda la intimidad de un día otoñal, conocimos personalmente al poeta güireño José René Fuentes Cintado. (Renito).

 

Renito es un hombre de campo. A sus 78 años de edad mantiene una fortaleza corporal óptima y una lucidez envidiable. Tiene las manos bien trabadas, la sonrisa noble y la imaginación exuberante del campesino cubano. Renito es un poeta repentista, es además un intelectual curtido y ante todo un cubano de ley.

Con el café llegó el primer tema. No podía ser otro que Artemisa. De su libro Tiempo recuperado, Editorial Unicornio 2015, Renito nos lee:

Artemisa

Soy, ¿quién no lo sabe? caña,
tabaco, frutos menores,
viandas, hortalizas, flores,
llanura, río y montaña.
Soy verde. El sol que me baña
viene de un alba mambisa,
aire fresco de otra brisa
pero del mismo palmar.
No hace falta preguntar
mi nombre: Soy Artemisa.

Soy areito, canoa,
riqueza de origen pobre
y luna dormida sobre
una orquídea de Soroa.
Arena de Baracoa,
trigo en la piel de otro pan,
surco paridor de San
Cristóbal, y una Bahía
Honda que bate y enfría
las aletas del caimán.

Soy decima campesina,
pintura, teatro danza,
nuevo sol de una esperanza
que hasta de noche ilumina.
Diosa mucho más divina
cuanto más occidental,
cuerpo de guitarra igual
a la que regó en el viento
el eco y el sentimiento
del Guajiro Natural.

Soy pólvora en el Moncada
grito rebelde en la Sierra
y cosecha de una tierra
con sangre fertilizada.
Destello de una alborada 
que se negó a ser sumisa,
hechura de una camisa 
sudada de surco a cueva.
Soy una provincia nueva
de Cuba, soy Artemisa.

Renito nació en Artemisa, en 1940. Fundó su hogar y su familia en Güira de Melena y desde entonces vive allá. Renito es artemiseño y es güireño al mismo tiempo y sin menoscabo.

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