Hondos Huéspedes

Hondos Huéspedes

Estos
que nacieron inéditos
como rostros sin nombre
del fondo de mi piel
son -amén de otros disturbios-
meros sueños.
               Motivos
que me encantan con sus vuelos.
Presagios escondidos.
                         Hondos versos.
Huéspedes que me habitan todo el tiempo.

Un hombre

Un hombre solo    sentado en su memoria
un pobre hombre al que le falta el ímpetu
   inacabado    ruin    agrivencido.

Lo hicieron con arcilla adulterada
y aplaudieron al final
                         no sé
          aplaudieron.

Nadie lo ve curarse las costillas.

Con tantos hombres

Estoy enfermo    gravemente    enfermo.
La más ingenua de mis células
no quiere ser parte de mí.
Ha dicho que jamás    y    yo    la sigo.
Se irrita    y    yo    la  amo.

Estoy enfermo    gravemente    enfermo…

¿Cómo ha de sentirse Dios
con tantos hombres?


Al otro lado del Jordán

Al otro lado del Jordán está mi casa
una herencia que Dios dejó a mi pueblo.

Ven    para que pueda compartirla.

Es humilde mi casa    ni siquiera
tiene una puerta para hacerla mía
pero el sol entra siempre muy temprano.

Al otro lado del Jordán está mi casa
que mana leche y miel.

      -También es tuya.

Entre la luz

Entre la luz que baña el mediodía
de árboles y sombras desiguales
el tiempo se detiene    manso    verde
dormido en un rumor de hoja y pájaros
como la paz sacramental de otro silencio
que no perturba el zumo delicioso de las frutas.

El círculo habitual de un hombre a solas
se abre en los jugosos romerillos
que salpican la paz del mediodía
y cae sobre montañas neblinosas
pesadas como antílopes de invierno.

Están la luz y el hombre como a salvo
habrá otro hombre caminando lento
los versos que poblaron la memoria
del que abrió su sonrisa como un círculo
desde el silvestre romerillo hasta el no menos
silvestre monumento en que la magia
de Dios lo contemplaba sonriendo.

Tienes

la caña y el sedal
el incógnito anzuelo
la carnada

el sueño sumergido en un abismo
de aguas furibundas

el ocio
el tiempo.

Tal vez te falte suerte o
        sólo
la orilla elemental.

-Sólo la orilla.

Cada instante

Cada instante pasado es el pasado:
-la densa confusión de la penumbra.

Cada minuto por vivir es el futuro:
-todo ese más allá del horizonte.

Sólo el presente es realidad:
-tangible
           -vertiginoso
                         -insobornable
                                        -éste.

Creación

El primer hombre tomó lo que no era e hizo
   algo.
El segundo tuvo entonces algo y pronto halló
   la diferencia.
El tercer hombre conoció en la diferencia
   lo diverso.
El cuarto en lo diverso vio
   lo general.
El quinto hombre tras lo general nombró
   lo nuestro.
El sexto tomo de entre lo nuestro sólo lo que era
   propio.
El séptimo hombre descansó.

Soneto

A la peña literaria de La Salud.

Uno se va detrás de algunos años
poniendo en la raíz del optimismo
graves cosas de dar con uno mismo
limpias formas de amar, fieles escaños.

De aquí, de allá, se inventa los peldaños
de la palabra contra el egoísmo
del último silencio. Ante el abismo
podemos parecer menos huraños

si hallamos en el fondo de la ausencia
un alguien como tú, como la gloria
de hacer inmarcesible lo querido.

Para ese tiempo-fin de la existencia
a buen recaudo dejo en tu memoria
las cosas de soñar contra el olvido.

Los héroes

Los héroes de ahora mismo son felices
montan sus camisetas en ts
van al dancing en short y se divierten
con video-cassette.
-Qué reciedumbre.

No saben poner bien todo su nombre
         no tienen para qué
ellos son héroes
y van con heroínas complacientes
a birlar el amor.

En fin    los héroes
no han hecho casa para tener hijos
les falta la sonrisa y la inocencia
que preñan la virtud
         pero son héroes
de yo no sé qué sombra.
-Qué moderna acritud.

Con tales héroes
tendremos buena paz
y patria nueva.

En una taza de café

Para mi amigo y pintor Jorge Báez González

Amanece sorbo a sorbo en una taza de café,
es preciso conciliar el airecillo de colores silvestres
el anónimo piar de la mañana y el zumo de la dicha.

Árbol de la heredad que es más que sueño.
Metáfora de Dios trino omnisciente.

Hagámoslo de modo que no tarde
nuestro pincel en dibujar un gesto
de gratitud en el albor del día.
Digámoslo así sencillamente: Gracias.

Preciso es reparar también los pormenores
de la nostalgia febrilmente acantilada
en las desnudas fibras del recuerdo
como deuda mortal de los mortales.

Holograma pueril de rostro inacabado.
Que Dios una y mil veces nos perdone.

Hora es de comenzar. Desde la sangre
de los oficios solitarios vuelvo
por la impiedad de ser a ser yo mismo:
-Un frágil leviatán que a veces llora.

No me preguntes cómo haré ni cuándo.
Cuento contigo.
Que Dios nos acompañe.

Como el ébano

Qué manos bien trabadas como el ébano
  -tan negras como el ébano-
pulieron su ilusión en la madera
virgen como la fe de los ancestros.

Qué manos y qué sueño entre los dedos
tallaron la fatiga de aquel parto
que dio a luz la Virgen de sus ansias:
-Pureza y negritud engalanada.

Qué Dios sembró en los surcos de esas manos
tanta humildad y majestad
a un tiempo.

Habáname en tu pecho…

Nuestra Fuente de La India,
llegada en el año 1837 en un barco desde Italia.

Habáname en tu pecho dulce indiana.
En ti la furia de los vientos cesa.
Me enamoré de tu mirada presa
del mítico fervor de la mañana.

Me enamoré de ti mi Noble Habana,
de la danza del aire que te besa
y de su luz inaugural. Princesa
de la serena majestad cubana.

Tiene encanto el rumor del Mayabeque
pero tributa al sur. Yo había soñado
apacentar delfines en el prado

de tu ilusión cuando decline el día.
Habáname en tu pecho novia mía.
Nunca esta sed en soledad se trueque.

Yo sueño aromas de miel

A mis amigos
el pintor y poeta saludeño Ignacio Cabrera Más
y su esposa Teresita
que tienen los mismos sueños.

Yo sueño aromas de miel
cuando el laúd de mi infancia
vibra junto a la fragancia
de un cometa de papel.
Sueño con el niño aquel
alegre como el laúd,
con mi padre,  -y su virtud
de amar el punto guajiro,
que me empinó en un suspiro
silvestre de La Salud.

Atrévete.

Atrévete a dudar aún si amanece
un lunes de costumbre
el tedio puede
envejecerlo
nublar su transparencia.

Nada será habitual mientras tus manos
acaricien un sueño.
Que no se pierda
en la desidia
el milagro del parto.

Atrévete no más.
Ignora los senderos.
El ecléctico azar
ha concertado
citas
con la dicha.

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