“Yo no creo que mi tierra esté muerta. Está esparcida por el viento…” Dice José Martí sobre la emigración cubana y añade haciendo notar las virtudes cívicas de Rodolfo Menéndez de la Peña: – “¡Ojalá que todos los que vuelvan a Cuba la hayan honrado en el destierro tanto como usted!”
Según sus notas autobiográficas, Rodolfo nació en San Juan de los Remedios, en la antigua provincia de Las Villas, en el departamento central de la Isla de Cuba, el 15 de mayo de 1850.
Con apenas diecisiete años de edad, en 1867, recibió el título de Profesor de Instrucción Primaria en el colegio de su pueblo natal y a la vez su primer empleo como Estacionario de la Biblioteca Pública de San Juan de los Remedios. Fue corto su paso por la biblioteca, pero le sirvió para relacionarse con la metodología de las técnicas más avanzadas de la organización del acervo bibliográfico.
A esta edad también comenzó a escribir poemas y artículos en los periódicos locales de la isla caribeña.
Dos años más tarde, en 1869, con motivo de los sucesos que iniciaron la Guerra de Independencia Cubana, al ser perseguido, junto a otros familiares, por sus manifestaciones políticas en favor del movimiento libertario, decidió partir a Yucatán, península mexicana que ya era entonces muy socorrida por los patriotas cubanos.
La vida del joven maestro llegado a las tierras del Mayab, con apenas diecinueve años, tuvo dos grandes facetas: su intensa actividad en apoyo de la causa de la independencia de Cuba y su incansable labor como educador, periodista, escritor, historiador y excelso poeta.
Inicialmente, en Mérida, puso junto a su hermano Antonio una tabaquería para preparar y torcer el tabaco que salían a vender por las tiendas, pero los dividendos de esta labor resultaban exiguos.
Tras una breve estancia en esta ciudad, Rodolfo regresa a Cuba para continuar participando en las acciones por la independencia de su patria y conoce a José Martí, con quien establece un vínculo que habría de perdurar a lo largo de los años por medio de una intensa relación epistolar.
En “La Escuela Primaria”, -revista de profundo contenido pedagógico y humanístico que edito Rodolfo, con su peculio, durante veinte años y como parte de su labor pedagógica en Yucatán-, se reprodujeron importantes pasajes de “La Edad de Oro”, así como cartas y artículos del apóstol cubano.
Basta leer algunas valoraciones que en su momento se dispensaran mutuamente para comprender la afinidad que los unió.